Autor: Terly
(Juan José Romero Montesino-Espartero)
Para leer los 23 sonetos
SONETOS PARA UN
VIACRUCIS
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1ª ESTACIÓN
Jesús condenado a
muerte
Permíteme, Señor, que esté a tu lado
y al lado de María, la Elegida
por Dios nuestro Señor para dar vida
al Verbo en su vientre inmaculado.
Recibido entre aplausos, aclamado
por una multitud enardecida,
con palmas celebraron tu venida
¡oh mi dulce Jesús, el bien Amado!
Pero el pueblo que un día Te aclamó,
sin juicio, fue tu juez y tu verdugo,
condenándote a ser crucificado.
Aunque “Poncio
Pilato” lo intentó,
evitarte cargar la Cruz, no pudo,
¡la Cruz que nos redime del pecado!
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2ª ESTACIÓN
Jesús carga con la
Cruz
La Cruz, por la justicia utilizada
para el castigo de ladrones, ahora
se convierte en imagen redentora
tras ser sobre tus hombros soportada.
Y la sangre, nacida y derramada
al roce del Madero, es salvadora
del hombre quien, con su alma pecadora,
mil veces cae de forma incontrolada.
¡Qué grande es tu lección, porque condonas
a quienes Te conducen a la muerte!
y por tanto, el Calvario se convierte
en yunque del perdón porque perdonas.
Permite que Te ayude con la Cruz
y alumbra mi camino con tu Luz.
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3º ESTACIÓN
Jesús cae por
primera vez
De Ti queremos aprender, Señor,
de tu lección sencilla de humildad,
pues siendo Dios, de tu Divinidad,
no quisiste gozar ningún favor.
El peso de la Cruz, ¡oh mi Pastor!
Te hizo caer, mas Tú, con tu bondad,
no lanzaste ni un reproche a la maldad
del hombre impenitente o pecador.
Ante tu faz, Señor, arrodillado,
por haberte ofendido y humillado,
mil veces tu perdón Te solicito.
El peso de la Cruz, mi Dios Bendito,
contigo compartir al fin quisiera
para hacer de mi invierno, primavera.
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4º ESTACIÓN
Jesús se encuentra
con su Madre
Tras arrastrar el peso del Madero,
exánime, extenuado y dolorido,
insultado por todos y escupido,
del Calvario recorre su sendero.
Con la vista nublada, prisionero
de otro dolor mayor que el ya sufrido,
observa en su Madre, compungido,
el serio rostro de un sufrir severo.
Cruzaron un instante sus miradas,
nada hablaron y todo se dijeron.
¡Qué grande es el Amor de Madre e Hijo!...
El pueblo descargó sus risotadas,
sus burlas y el sangrante regocijo
para aumentar el daño que le hicieron.
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5ª ESTACIÓN
El Cirineo ayuda a
Jesús a llevar la Cruz
Simón, que del trabajo regresaba,
un fornido y robusto campesino,
de pronto se encontró por el camino
a Jesús con la Cruz que transportaba.
Con el Madero a cuestas caminaba,
pero un
soldado, al ver que, hasta el destino,
por lo exhausto que estaba, por cansino,
sin que alguien le ayudase no llegaba,
le puso un obligado voluntario;
al Cirineo, un hombre corpulento,
que, utilizado a modo de instrumento,
llevó un tramo la Cruz por el Calvario.
La fe le hizo pensar que lo ayudado
le haría redimir algún pecado.
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6ª ESTACIÓN
La Verónica enjuga el rostro de Jesús
¡Es
grande mi sufrir por Ti, Señor!
Al
contemplar tan triste situación,
con
piedad pensaría y compasión,
la
Verónica al ver su gran dolor.
Y
temblorosa, llena de estupor,
de
asombro, de temor y sumisión,
sometida
a una grande conmoción,
se
acercó con ternura al Salvador.
El
sudor le bajaba y se metía
en
sus ojos y no le permitía
ver
las piedras que había en el camino.
La
sangre redentora del Divino,
con
un lienzo limpióle con cuidado
y
en él, su rostro, se quedó estampado.
7ª ESTACIÓN
Jesús cae por
segunda vez
Cada vez el camino es más pesado,
pendiente, largo, estrecho y pedregoso,
ni siquiera un instante de reposo
para librar la carga del pecado.
Tanto pesa la Cruz que se ha escorado
y Te ha hecho que cayeras tembloroso,
mas tu Amor Te levanta, bondadoso
y sigues el camino ya trazado.
Tras una noche entera de tortura,
sometido a insufribles vejaciones,
no tuviste descanso ni un instante.
La cuesta arriba del Calvario es dura,
yo te pido Señor que nos perdones,
y nos alumbres con tu Luz radiante.
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8ª ESTACIÓN
Jesús encuentra
a las mujeres de Jerusalén
Se
refirió el Señor a su advertencia:
dejad
ya de llorar por Mí, parad
vuestro
sentido llanto o bien llorad
por
vosotras y vuestra descendencia.
Si
este es el trato dado a la inocencia,
cuál
será el de la culpa o la maldad.
Vienen
tiempos de gran dificultad,
renegarán
algunos su existencia.
Jesús
que en el camino del Calvario
sufriendo
lleva el peso de la Cruz,
nos
enseña el divino itinerario
para
alcanzar los rayos de su Luz,
cuál
es la de ganarse aquí en el suelo
la
santidad que nos conduzca al Cielo.
9ª ESTACIÓN
Jesús cae por
tercera vez
Manifiestas sin límites tu Amor.
Aunque he pecado, Tú, no me abandonas,
por más que Te he ofendido, me perdonas
y cargas mi pesada Cruz, Señor.
Y es que su peso es cada vez mayor
al no cumplir con cuanto Tú pregonas;
nos turba tu bondad, nos emocionas
al soportar paciente tu dolor.
Cuando Caes por tierra con la Cruz,
todas las veces al caer al suelo,
nos redimes de todas nuestras faltas.
Caminar yo quisiera por las altas
veredas que me lleven a tu Luz,
las de Amor y humildad que van al Cielo.
10ª ESTACIÓN
Jesús es despojado
de sus vestiduras
Tras haber soportado tanta afrenta
por quienes le siguieron y gritaron,
cuatro soldados no se conformaron
y arrancada le fue su vestimenta.
En actitud tan despiadada y cruenta,
como un escarnio más, Le desnudaron,
se repartieron cuanto Le quitaron
excepto su túnica polvorienta.
Tras sortearla, hicieron se cumpliera
cuanto anunciado fue en las Escrituras,
sin un reproche proferir siquiera.
De nuevo urdió en la Cruz, mas sin costuras,
de honra y de pundonor desposeído,
para la humanidad, mejor vestido.
11ª ESTACIÓN
Jesús es clavado
en la Cruz
Ha llegado el momento tan temido,
el instante de ser crucificado,
sin compasión, tres clavos le han clavado
y por ellos quedó a la Cruz asido.
Se escuchó al levantarla un gran gemido,
la infinita agonía ha comenzado,
entre dos malhechores colocado
y un letrero que en lo alto ha referido
con modos más que incrédulos e impíos:
“Aquí tenéis al Rey de los judíos”
Pero su Reino no era de este mundo
y su reinado mucho más profundo.
En una imagen clara cual retrato,
las manos, se lavó “Poncio
Pilato”
12ª ESTACIÓN
Jesús muere en la
Cruz
No existe nada más que hacerse pueda,
cuanto estaba anunciado, ha sucedido,
el rostro demudado, consumido,
ya no se espera nada que suceda.
Cual de un hilo finísimo de seda
su vida pende y solo ha proferido:
“Tengo sed” la Escritura se ha cumplido,
de cuanto fue anunciado, nada queda.
Una esponja, en vinagre, bien mojada,
en el extremo de una caña, atada,
llevaron a su boca con vileza.
Expiró e inclinando su cabeza,
al Padre ha vuelto nuevamente Cristo,
tras haberse cumplido lo previsto.
13ª ESTACIÓN
Jesús es bajado de
la Cruz y entregado a su Madre
Confirmaron que Cristo estaba muerto.
Al fin ya ha sido todo consumado,
a los otros, las piernas le han quebrado
por tanto, lo anunciado, ha sido cierto.
El cuerpo del Mesías, frío, yerto,
con una lanza atravesó un soldado
se la clavó con saña en el costado,
agua y sangre manó quedando abierto.
Lo mismo que su Madre, al cuerpo herido,
en un abrazo enorme quedo unido
y por la puerta abierta de su herida,
tras el gran sacrificio del Señor,
llegar a Dios quisiera tras la vida,
gozar eternamente de su Amor.
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14ª ESTACIÓN
Jesús es puesto en
el sepulcro
Seguía en el Madero aún colgado
el cuerpo de Jesús, el Nazareno;
José de Arimatea, un hombre bueno,
con la ayuda de un lienzo lo ha bajado.
Envuelto el cuerpo en él se lo ha llevado
a un cercano lugar con un terreno,
propiedad de José. Tenía un seno
o sepulcro vacío y fue enterrado.
Perdónanos, Señor, de Ti la huida,
Te ruego nos enseñes a quererte,
también a agradecer y perdonar
a quienes nos quisieron lastimar,
que Tú la vida diste por nosotros.
y has redimido al hombre con tu muerte.
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15ª ESTACIÓN
Jesús resucita de
entre los muertos
Tras su muerte en la Cruz y sepultado,
con la entrada al sepulcro clausurada,
el domingo, al llegar la madrugada,
pretendíeron haberlo embalsamado.
A ese fin, tres mujeres han comprado
un aroma que no fue utilizada,
se predijo, su muerte asegurada
y que habría después resucitado.
Si buscáis a Jesús no os asustéis,
les dijo un Ángel, ¡Ha resucitado!
marchad y pregonadlo al mundo entero.
Lo afirmó; en Galilea me hallaréis.
Lo proclamó, lo dijo, va el primero
y así fue ya cumplido lo anunciado.
SONETOS DE ACOMPAÑAMIENTO
EL CAMINO
Lo mismo que la mar a las arenas,
como a las rocas de la costa el viento,
me golpea insistente el pensamiento
en mis noches de cantos de sirenas.
Este fluir de sangre por mis venas,
entre pesar, dolor o sentimiento,
acompañado del más triste lamento,
me mantiene cautivo en sus cadenas.
¿A dónde ha de llevarme este camino
sinuoso, cubierto de guijarros?
¡cuánto cuesta llegar hasta el destino!
Aquí, de mi pasado prisionero
y del pecado, sucio por sus barros,
ante tu Cruz, perdón, tan sólo espero.
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LA PIEDRA EN EL CAMINO
Señor: aquí de nuevo estoy presente;
he venido a expresarte mi pesar
por haber tropezado al caminar
en manera tenaz o persistente.
Porque de mi ceguera soy consciente,
ante tu Cruz te vengo a suplicar
me permitas que en esta brusca mar
me aferre a su Madero fuertemente.
Igual que deja en el jardín la flor
su aroma, Tú has dejado en mí tu amor,
mas yo, por ser un siervo del pecado,
no supe cobijarme en tu costado.
No permitas de nuevo que tropiece
y ofréceme tu Luz si en mí anochece.
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ORACIÓN PARA EL MOMENTO DE LA MUERTE
Hoy, por saber que me amas, yo te espero
sentado justo al borde del camino,
soñando con tu luz, mi Dios Divino,
te pido orientes a este marinero.
Tenerte junto a mí, tan solo quiero;
te ruego, en este instante vespertino,
me invites a tu Pan, también tu Vino,
y en tu seno me acojas porque muero.
Siempre quise entregarme a tus bondades,
por ver en Ti, Verdad de las verdades,
mas no entendí lo mucho que me amabas
o que abriendo tus brazos me esperabas.
Porque pequé te pido me perdones
y que también me des tus bendiciones.
¡QUIÉN PUDIERA PODERTE CONSOLAR!
Extenuada, a sus pies: llegó ese día
tan temido, llegó el aciago instante
de ver morir al hijo, jadeante,
víctima de sangrienta tiranía.
Es grande tu dolor, Virgen María,
que sin morir te mueres cada instante,
tu rostro demudado, tu semblante,
confirman se cumplió la profecía.
¡Quién pudiera poderte consolar!
A Ti, la imagen viva del amor,
mas no existe, por más que yo quisiera,
el modo de paliar o mitigar
de una madre su agónico dolor
por la muerte de su hijo en tal manera.
HABLANDO CONTIGO
Si siento el frío de la muerte, digo:
es lógico el temblor, también humano,
temer a lo enigmático y arcano
requiere del confort de un buen abrigo.
Ciego de tu luz, junto a Ti, contigo,
si camino cogido de tu mano,
mi paso es tan seguro, tan liviano,
que me siento flotar, ¡Tú vas conmigo!
No consientas que yo de Ti me aleje,
caminar junto a Ti, siempre quisiera,
sin dudar de tu amor un solo instante.
No permitas jamás tu mano deje,
antes bien, que en el día que me muera,
mis ojos cieguen por tu luz radiante.
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SAETA
Al lado de la Cruz, un cruel soldado
con lanza en mano exhibe su valor,
resuena a muerte el eco del dolor
que a lo alto se alza cual feroz
tornado.
Ya llega ahí el Amor, crucificado
muriendo de tristeza y de dolor,
no le mata a Jesús la roja flor
que a chorros se desangra, es el pecado.
Viene detrás, bañada en llantos, Ella,
el pesar, el dolor, madre transida
que en el rostro de su hijo ve la
herida,
la maldad que dejó profunda huella.
El Cielo, en vivas luces se desata;
¡es el perdón de Dios a quien le mata!
AYUDA
Por mucho que me diga y me repita
en voz sin voz mi vivo pensamiento,
que estoy muy compungido, que lo siento,
hay algo en mi interior que a voces
grita.
Hoy mi inmenso pesar se precipita
por el oscuro abismo del tormento,
en un crujir enérgico y violento,
un depurar que mi alma necesita.
La fuerza de mi amor quedó desnuda
y mi vida, sin rumbo, se entregó
a un torpe caminar banal e inmundo.
Me falta voluntad, Señor, ayuda
a quien de Ti de pronto se apartó
buscando los placeres de este mundo.
ARREPENTIMIENTO
¿Por qué, Señor, me siento tan amado
si nunca de tu amor he merecido?
pues rendido mil veces he caído
en los impuros brazos del pecado.
No me dejes, mi Dios, abandonado,
en medio de este mar embravecido,
te ruego ignores cuanto te haya herido
y me ofrezcas cobijo en tu costado.
Si muchas veces mucho te he dañado
y la paz de tu amor no he comprendido,
me humillo y cabizbajo yo te pido
que no tengas en cuenta mi pasado;
hoy del todo me siento arrepentido
y ante tu Cruz me postro, arrodillado.