Autor: Terly - Recita: Terly
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LA CASITA DE "LA SIERRILLA"
(Recuerdos de la niñez)
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Aunque enorme, era casa chiquitita,
con ventanas de rejas de forjado,
sus nidos de gorrión en el tejado
y en su interior, la abuela que dormita.
con ventanas de rejas de forjado,
sus nidos de gorrión en el tejado
y en su interior, la abuela que dormita.
Poema que mi padre me recita:
“Los cantos de los niños” de Machado.
Me escapo sigiloso, aunque asustado,
¡su pasión cuando empieza es infinita!
“Los cantos de los niños” de Machado.
Me escapo sigiloso, aunque asustado,
¡su pasión cuando empieza es infinita!
De niño, no gocé la poesía
y en horas de la siesta entre mayores,
me aterraba el silencio de lo oscuro.
y en horas de la siesta entre mayores,
me aterraba el silencio de lo oscuro.
Cautivo de mi enorme fantasía,
me escapaba con nervios y temblores
¡a explosionar los botes de carburo!...
me escapaba con nervios y temblores
¡a explosionar los botes de carburo!...
JJRME (Terly)
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10 comentarios:
Absolutamente delicioso, amigo Yerly. Si tienes a bien visitar mi blog, comprobarás que hemos coincidido en la temática de nuestras últimas entradas.
La evocación de la bendita niñez.
Besos y feliz domingo. María
María Bote:
Nuestros recuerdos son como los fondos de reserva en un balance, cuando nos queda poco activo, vamos tirando de ellos.
Un beso.
sí, es verdad, es delicioso... muchos besos
Coincido con los anteriores comentaristas: precioso. Un abrazo
Mª Ángels Cantalapiedra:
Besos a ti, querida amiga, con mi agradecimiento por tu visita y tus palabras.
Juan:
Espero coincidir pronto contigo en algún evento, que ya te eché de menos en Bilbao.
Gracias por tu visita y comentario.
El horror a la siesta durante la infancia, los botes de carburo... con tu soneto me he trasladado a aquel tiempo en que la imaginación hacía de lo más sencillo un verdadero tesoro.
Un abrazo.
Antonio del Camino:
La oscuridad, la inmovilidad y el silencio a la que nos sometían era un verdadero suplicio y si mi padre le añadía su afán por recitarnos poemas,se convertía en una tortura para un niño de nuestra edad. Lo de los botes de carburo era la libertad, tocar el cielo con los dedos.
Gracias, amigo por tu visita y comentario.
No digas que te queda poco activo...,¡si eres incansable!
Un abrazo,
Urdanautorum:
Gracias por tu presencia, tu lectura de buen amigo y tu afecto.
Un abrazo.
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