Hay qué ver la perra que tienen los británicos con querer aguarnos todas nuestras fiestas: La cabra, el burro, el embolado, el peropalo, los toros...¡Señor, Señor, qué calvario¡ y encima Gibraltar...
Pero me pregunto, si no fueron ellos los que inventaron las peleas de perros, el boxeo entre canguros, la caza del zorro a caballo, el “foxterrier”...los que diezmaron la población de tigres en India disparándoles desde elefantes. Los que participaron a título principal de las masacres y posterior desaparición de las manadas de búfalos americanos o los que persiguieron en África, de manera inmisericorde, a los más bellos ejemplares de su fauna salvaje.
Pienso que si a cualquiera de nuestros toros de lidia le preguntásemos qué preferiría, si vivir como un señor disfrutando de libertad y del sol de nuestras dehesas, para morir después luchando, o vivir estabulado para ser vilmente electrocutado a edad temprana, sin duda alguna que elegiría la primera opción.
Para nuestro burro de La Vera, posiblemente el día de la fiesta sea incómodo para él-a nadie le hace gracia ser utilizado para divertimiento de la masa-, pero yo he visto al burro de La Vera aventar sus grandes orejas acariciadas por el rumor de la garganta, mientras abrevaba en sus aguas serranas, y ahíto de comer la hierba y las flores frescas de sus orillas, dormir la siesta a la sombra de un cerezo en flor, en primavera.
Yo le he visto dormir al sereno bajo un manto de estrellas y despertarse con la cálida caricia de los primeros rayos de sol, mientras su capa se tornaba aurirrosada en las mañanas del estío.
También le he visto tumbado sobre los helechos y las hojas secas del castaño en el otoño, mientras se cebaba con su fruto maduro sin más esfuerzo que el de sus “amoladeras” y, por último, en invierno, cuando la nieve cubría el prado de sus retozos primaverales, le he visto ponerse al abrigo entre las vacas, buscando la cebada del pesebre y el calor húmedo del establo, pero... nunca le vi trabajar.
Mi hermano Pablo
Pero me pregunto, si no fueron ellos los que inventaron las peleas de perros, el boxeo entre canguros, la caza del zorro a caballo, el “foxterrier”...los que diezmaron la población de tigres en India disparándoles desde elefantes. Los que participaron a título principal de las masacres y posterior desaparición de las manadas de búfalos americanos o los que persiguieron en África, de manera inmisericorde, a los más bellos ejemplares de su fauna salvaje.
Pienso que si a cualquiera de nuestros toros de lidia le preguntásemos qué preferiría, si vivir como un señor disfrutando de libertad y del sol de nuestras dehesas, para morir después luchando, o vivir estabulado para ser vilmente electrocutado a edad temprana, sin duda alguna que elegiría la primera opción.
Para nuestro burro de La Vera, posiblemente el día de la fiesta sea incómodo para él-a nadie le hace gracia ser utilizado para divertimiento de la masa-, pero yo he visto al burro de La Vera aventar sus grandes orejas acariciadas por el rumor de la garganta, mientras abrevaba en sus aguas serranas, y ahíto de comer la hierba y las flores frescas de sus orillas, dormir la siesta a la sombra de un cerezo en flor, en primavera.
Yo le he visto dormir al sereno bajo un manto de estrellas y despertarse con la cálida caricia de los primeros rayos de sol, mientras su capa se tornaba aurirrosada en las mañanas del estío.
También le he visto tumbado sobre los helechos y las hojas secas del castaño en el otoño, mientras se cebaba con su fruto maduro sin más esfuerzo que el de sus “amoladeras” y, por último, en invierno, cuando la nieve cubría el prado de sus retozos primaverales, le he visto ponerse al abrigo entre las vacas, buscando la cebada del pesebre y el calor húmedo del establo, pero... nunca le vi trabajar.
Mi hermano Pablo
4 comentarios:
Sí que tienen obsesión algunos por ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Pues eso, ¡Gibraltar español!.
Ese modo de hablar del burro de la Vera, tan poético, solamente puede hacerlo quien tiene amor por los animales. No conozco la fiesta del burro de la Vera, a ver si me documento y me entero de qué va.
Un abrazo y felicita a tu hermano Pablo (que se llama como el mío jajaja)
Lo siento, no estoy de acuerdo.¿No hay otra forma de divertirse, que no sea con la intervención (no deseada) de un animal...?
Bailes regionales, canciones populares, concursos de gastronomía
y de artesanía, deportes tradicionales, tomatinas, etc,etc... ¡Y no hace falta molestar a un pobre animal...!
¡Lo siento Terly, pero no puedo estar de acuerdo esta vez...!
Un abrazo.
Hola, tienes un merecido premio en mi blog. Un abrazo, Martha
Efectívamente, Shikilla, ese amor existe, y un corazón como un piano, pero eso no quita para que nos dejen tranquilos con nuestras costumbres, cuando tendrían que mirarse internamente con ojo crítico. Pues eso... ¡Gibraltar español!...
Pedro:
Menos mal que por una vez estamos en desacuerdo, lo nuestro era ya preocupante.
Amamos a los animales... En nuestra casa paterna siempre hemos tenido de todo. Perros, periquitos, tortugas, palomas, tórtolas y hasta un lagarto amaestrado, pero lo cortés no quita a lo valiente. Una cosa es amar a los animales y otra obsesionarse con ellos.
Martha:
Gracias por tu premio, paso raudo y veloz a recogerlo.
Un abrazo para los tres.
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