Mis padres
RECUERDOS
DE POSGUERRA
Nuestra niñez, en Cáceres vivida,
tatuada con dureza por la guerra,
nos porta los recuerdos y nostalgias
de instantes que dejaron honda huella
En esos grises años de miseria,
suplimos el humor por la comidade instantes que dejaron honda huella
En esos grises años de miseria,
soportando en mi casa, igual que en muchas,
el hambre que era a veces infinita.
.
A mi hermana mayor, que se ocupaba
de ordenar el comer de cada día,
se le ocurrió gastarnos una broma
con su guasa y un tanto de ironía.
.
Puso la mesa sin faltar detalle,
dimos gracias del pan de cada día,
en ella nos sentamos los hermanos,
¡lo único que faltaba era comida!
.
Un mantel veneciano con bordados,
servilletas de pie formando conos,
cucharas, tenedores y cuchillos
que ocupan su lugar de protocolo.
.
Los vasos y las copas de "Murano",
de cerámica, platos “La Cartuja”,
un regalo de boda que a mis padres
les hiciera un amigo de alta alcurnia.
.
Era la mesa un lujo, todo un lujo,
aun sabiendo que nadie comería,
pero llegó mamá con paso firme
y a todos nos portaba su sonrisa;
al marido, seis hijos y un cuñado
solterón que a comer siempre venía.
.
En medio de la mesa ha colocado
la sopera del juego, mas vacía:
.
-¿Quién desea que le eche tropezones?
-¿A quién sirvo la sopa calentita?
-Yo diría, mamá, que falta sal,
dijo un hermano preso de su risa.
.
Sonaban y sonabas las cucharas
sobre platos sin nada de comida.
-¿Podemos repetir? –dijo mi tío
y mi madre, con sorna, respondía:
.
-Bebed y haced un alto en el camino,
no corráis, que nadie tiene prisa,
no os llenéis demasiado, que el segundo
ahora va a llegar de la cocina.
.
Y aparece trayendo una bandeja
con un trocito de chorizo en medio,
encontrado escondido en la despensa
y que apenas medía medio dedo.
.
-¡No lo creo, mamá, yo no lo creo!
-¡no nos digas que has hecho la matanza!
entre risas soltó algún comensal
provocando sonoras carcajadas.
.
Aquello desató la triste angustia
de una madre que quiere y que no puede
conseguir los preciados alimentos
de unos hijos que estudian y que crecen.
.
Por su mejilla resbaló una lágrima
que escondida cuidó que nadie viera;
pasó otro día igual que muchos otros
y se acabó el banquete, con su fiesta.
.
Mi padre se movió por varios pueblos
tan pronto despuntara la mañana
y consiguió dos sacos de bellotas
que hicieron las delicias de mi casa.
.
Que no nos falte, ¡Dios! que no nos falte
el buen humor si mal nos vienen dadas,
que la vida son solo cuatro días
y es necesario ventilar el alma.
2 comentarios:
Que bonito recuerdo Terly y que bien lo expresas. Un beso
Qué bien volver a verte, Pilar. Gracias por tu visita y besos.
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