De Terly.Siempre a la hora de comer. El teléfono siempre suena a la hora de comer. Y siempre por el auricular se escucha una voz femenina, melosa, dulce, cautivadora, casi siempre hispanoamericana, (latinoamericana, como a ellas les gusta) que como un cántico divino, envuelto en una nube blanca, te formula una serie de preguntas.
-Buenas tardes, quisiera hablar con el Sr. Terly
-Si, si, señorita, soy yo, dígame.
-Encantada de saludarle Sr. Terly,. Mi nombre es Miriam,
-Buenas tardes, señorita Miriam, encantado de saludarla, dígame Vd.
-¿Me permite Sr. Terly que le formule algunas preguntas?
-Claro que sí Sta. Miriam, espero que sean facilitas.
-Por supuesto.
-¿Es Vd. usuario de Internet?
-Pues sí señorita hace ya algunos años.
-¿Ha oído Vd. hablar de la tarifa plana para Internet de?…
-Perdone, señorita, como ya conozco perfectamente a donde me quiere dirigir, le interrumpo para decirle que la compañía con la que tengo mi contrato telefónico es Telefónica, que tengo estipulado en el contrato un servicio de seis megas, que estoy contento con ellos, que me hizo una buena oferta hace dos meses a base de aceptar una cláusula en la que me comprometía a mantener ese contrato durante un años ya que sino perdería algunas de las condiciones ofertadas, me interesó y la acepté…
Con una voz aún más melosa que cuando me hablara por primera vez…
-¡Ah! Sr. Terly, ¿entonces Vd. se ha casado con la operadora?…
-Pues mire, señorita, sí, tenía una voz tan dulce como la suya, ojos verdes, rasgados, veintitrés años y un cuerpo que para sí lo quisiera la mismísima Pilar Rubio...
Cataclok…. Piiiiiiiiiiiiiiiiiiii….
Estas señoritas son dulces, muy dulces, amables, muy amables, simpáticas muy simpáticas, pero en cuanto te sales del guón pre-establecido, no saben encajar ni media broma.
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Terly
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